13/03/2019 - MUJERES CON FORTALEZA
Bertha Vedia Loza, una cholita escaladora en Pinamar

Junto a otras mujeres aymaras, escaló los principales picos de Bolivia vestidas con sus trajes típicos. Sus emociones al subir el Illimani, una de las montañas más altas de los Andes, con 6438 metros sobre el nivel del mar. Y el Aconcagua hace pocos días.


Pinamar (por Sergio Michnowicz).- Hace pocos días las Cholitas Escaladoras fueron noticia. Cinco de ellas subieron el Aconcagua marcando otro record mundial. Atrás quedaron los principales picos de Bolivia y ahora, luego de esta hazaña en Mendoza, quieren conquistar el Everest el monte más alto del planeta.


¿Pero qué tienen de extraordinario estas mujeres que viven llevando su cultura a tantos metros de altitud, vestidas con sus típicos trajes aymaras? Y lo más importante. ¿Porqué escalar?


Cinco montes


Por estos días Bertha Vedia Loza (50) se encuentra en Pinamar, donde trabaja en un hotel de Valeria del Mar. Y para la ocasión, se vistió de chola y así habló con El Mensajero.


“Todas las mujeres escaladoras somos de El Alto (suburbio de La Paz, la capital), y para todas las montañas nos hemos preparado. Nos recibieron muy bien las gentes de los pueblos, nos han tratado bien.”



  • Escalaron los picos más altos de Bolivia…

  • El primero fue el Wayna Potosí, el Cotango, el Pumarapi, el Wayna Cota y el Illimani. Y como vivimos todas en El Alto y ya estamos aclimatados. Como todas trabajamos de cocineras en Bolivia, para los turistas, vamos a diferentes montañas. Allá las agencias de turismo nos contratan para ser cocineras de altura, y en un momento en que nos juntamos todas nació la idea de, por qué no, hacer cumbre.


“Los gringos siempre nos dicen ¿y ustedes no hicieron cumbre? Y les decíamos que no. Siempre nos preguntaban eso, y era porque no nos pusimos a pensar que nosotras también podemos hacerlo. Siempre estamos en los campos base y después al campo alto. Pero a la cima nunca habíamos ido. Es así que nos juntamos todas las mujeres e hicimos la primera cumbre en el Wayna Potosí a 6880 metros. Nos propusimos subir todas las montañas de más de seis mil metros, y así nació el grupo.”


Lo difícil es contar con el equipo especial de andinista. Y Bertha lo sabe. “Los esposos de mis compañeras son guías, y ellos tienen equipo. Pero en mi caso no, porque soy una mujer sola y trabajo en diferentes montañas. Para mí es un deporte, y gané algunos desafíos también. Particularmente estuve en el Conduriri, escalando una grieta grande.”


“Pero soy una mujer de pollera” aclara Bertha. “Y hemos levantado a las mujeres de Bolivia. Somos mujeres de guerra, como se dice, porque no nos rendimos; no nos quedamos atrás para nada.”



  • El hecho de escalar con sus trajes típicos tiene un porqué…

  • Nosotros somos de pollera y no nos estorba. No sabemos usarlo de otra manera. Aparte de nuestra vestimenta, nuestras polleras tal como estoy vestida ahora, llevo la comida cargada en mi aguayo.


“En cada lugar donde voy a trabajar siempre voy con mi aguayo cargado porque llevo la comida para los gringos. Aparte de mi vestido, el equipo pesa 17 kilos: el casco, el arnés, las botas… Y todo se hace más pesado. Pero no nos hacemos problemas, porque las mujeres nos presentamos así porque nos vestimos a diario así. Como es subida a veces con el crampón nos enganchábamos nuestras enaguas, pero lo resolvimos levantando la pollera y la sujetamos hacia adelante para seguir trepando y hacer fuerza.”


“No es fácil tampoco, porque nada es plano sino todo subida. Además se escala en la noche, no en el día. Tenemos muchas anécdotas de cada montaña que hemos subido” cuenta la cholita. “Por ejemplo en el Wayna Cota estuvo nevando, y así hemos subido. En la cima había viento y no había forma de sacar una buena foto. Y tuvimos que bajar rápido porque había cada vez más nieve. Hemos tenido que bajar como en un tobogán, resbalando, porque el compacto era más suave y no podíamos pisar. Tampoco te podías sacar el equipo, que es todo especial.”


Historia de fortaleza


Bertha es viuda. Y a pesar de las tantas travesías, sus hijos no la acompañan. “No, ninguno de ellos. Y ni siquiera sabían (risas). Porque cuando me empezaron a ver en los canales me decían “cómo te puedes atrever”. Y me grabaron, salía en los periódicos, pero mi hijo se molestó más que nada porque no es chiste la montaña. Porque ahí no hay un atajo, siempre tienes que ir con tu guía, y hay un solo camino para ir allá arriba.


“Pero es hermoso, maravilloso. No hay comparación. De todo lo que hice, no estoy arrepentida de haber gastado mi plata; todos mis ahorros fueron a parar a los equipos que alquilé en cada montaña que iba.”


Un dato. “Allá en la cima el tiempo es oro; no puedes estar haciendo tus descansos. Porque uno se enfría en la noche, y en el día tampoco se pueden sacar los lentes porque el reflejo de la nieve maltrata los ojos. Por eso uno tiene que bajar lo antes posible, porque más aparece el sol y más se derrite la nieve. Y con esos zapatos especiales con crampones no es fácil manejarlos tampoco. Cuando el piso está congelado parece vidrio la nieve, y por eso hay que saber usarlos, cómo pisar, cómo bajar o subir.”



  • ¿Al llegar al Aconcagua había nieve?

  • Por suerte al llegar a la falda nos tocó un buen día. No había viento ni nada. Y nos hemos entrenado para subir; nos aclimatamos ahí. ¿Si había gente arriba? Yo no los vi, pero dicen que había más adelante. Pero en cada montaña siempre hay gente. Generalmente en otras montañas, cuando estábamos por llegar, había otros que estaban bajando. O estamos subiendo con ellos. A veces nos hacen perder el tiempo, porque quieren sacarse fotos con nosotras (risas). Y no podemos tomar el descanso.”

  • Las hojas de coca, infaltables…

  • Es agradable. Son buenas para pichar, para amanecer bien. Nuestra costumbre es, cuando hay un velorio allá, toda la noche agarramos la coca. Lo mismo para los viajes o ir a las montañas. Es muy bueno y saludable incluso para algunas enfermedades. En Bolivia producimos la mejor coca.


La soledad no la amilana. “Tengo bastante tiempo. Nadie me impide nada. Y por eso vengo a trabajar acá, vuelvo, no hay nadie que me esté codeando y me diga vámonos. Si me dicen 15 días de trabajo, arranco nomás. Porque no hay nadie que me espere en casa. Vivo sola. Mis hijos ya se casaron y formaron sus familias.”



  • Estás casada con la naturaleza, con las montañas…

  • Sí, las amo. Me encantan, y quiero conocer más. Cómo quisiera tener plata y estar ahí… Pero tengo problemas de recursos que no me favorecen. Por eso vengo a trabajar acá. Y siempre digo: no es fácil pero tampoco imposible.

  • ¿Por qué en Pinamar?

  • Por motivos de trabajo. Estoy de mucama en el hotel Sul Mare, y por ser integrante de las cholitas escaladoras encontré este trabajo. En Buenos Aires me han entrevistado en diferentes canales y radios. Dejé mi número y de esa manera el señor me contrató. No me pidió currículum ni nada, solo sabían quien era yo. Así que termino mi contrato y me vuelvo a mi país, donde también trabajo con turistas como cocinera de alta montaña.


Su próxima meta es el ¡Everest!. Pero la cosa no está fácil. “Más que nada es por la plata. Pero en nuestro país tampoco nadie nos ha colaborado. El único fue el señor Revilla de La Paz, con los viáticos y el alimento. Lo demás fue todo con nuestro dinero. Nadie nos dio un apoyo. Personalmente he ido a distintas instituciones, incluso a veces nos encontrábamos en algunos eventos y nos decían “vengan la otra semana” y así varias veces. Y nada. No hay colaboración.”


Como cierre, y como buena cocinera, Bertha nos da un consejo de alta montaña. “La comida es muy importante; no puedes ir sin desayunar. Los gringos acostumbran siempre a tomar una agüita, pero yo les aconsejo que tomen mate de coca que les da fuerza y no les da sueño. A ellos les afecta mucho el corazón por la altura; muchos se quedan con las ganas de hacer cumbre, llegar a la cima. Cuando voy a cocinar siempre preparo una sopa de quinua, que lo llaman el grano de oro, o unos fideos o milanesa. Pero tienen que comer para poder subir con fuerzas.”


“Estoy contenta de estar en Pinamar y conocer a mi gente aquí. Pensaba que estaba sola, pero había muchos de Bolivia que conocí el domingo” dijo emocionada Bertha, quien estuvo acompañada por René Olazo y su señora.


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