José Jauregui, actual presidente de la asociación civil Fiesta Nacional del Gaucho, mantuvo una charla exclusiva con EL MENSAJERO sobre el evento desarrollado hace exactamente una semana. Fue el 46° capítulo de la historia y, además, el primero en el predio que posee la misma institución, en Rivadavia y Caseros.

-¿Cuál es el balance?
-El balance ha sido positivo, sobre todo porque creemos que la comunidad entendió que el cambio era necesario. Me parece que habíamos entrado en una “chatura” y en el Polideportivo no estábamos innovando nada. Sin embargo, lo de llevar el evento al predio nos hizo pensar de otra manera y usar el ingenio. En tal sentido, hubo días en que plantábamos la carpa de baile o el escenario principal en un lugar, y cuando íbamos nos encontrábamos que la funcionalidad no era la mejor, porque quizás íbamos a entorpecer a un “feriante”, un “quinchero” o un “pilchero”… Ahora bien, lo que se pretendía para este año era que los actores de la Fiesta pudieran disfrutar y llevarse la mejor de las imágenes. Todo, para que en la próxima edición se sume mucha más gente a participar de la misma.

-¿Las expectativas se colmaron, entonces?
-Yo considero que sí, porque la apuesta fue muy grande. Lo que no pudimos manejar fue la parte climática, lo cual conspiró bastante para que el público pudiera disfrutar al máximo de la Fiesta. Igual, lo significativo, quedó demostrado, fue que los integrantes de la comisión, sus familias y el grupo de colaboradores tienen amor propio, coraje y fuerza para que todo se pueda llevar a cabo con normalidad.

-¿Qué entendés que debe mejorarse?
-Y, quizás cometimos el error de que armamos la Fiesta en función de haber tenido dos lugares diferentes. Hoy, al unificar, nos encontramos con una sobrecarga de espectáculos, con jineteadas y propuestas sobre el escenario. Y eso hizo que termináramos muy tarde con la elección de la Flor del Pago, para lo que hubo, puntualmente, muchos familiares. A futuro, puliendo eso, creo que las cosas van a salir mejor.

-Se trata de un ítem importante.
-Sí, creo que es el desafío más importante. Y también pensando en el domingo, porque el hecho de tener un artista principal, al margen de su nombre, no puede hacer olvidar que el lunes es un día laborable. Y muchas de las personas que trabajan en la organización del evento deben cumplir sus obligaciones. Entonces, no puede ser que terminemos en el horario que terminamos. Insisto, son cosas para pulir y mejorar.

-A propósito, la gente que trabaja en la Fiesta lo hace ad honórem, ¿no?
-Exacto. Todos los integrantes de la comisión.

-¿Y cuál es el beneficio para ellos?
-Todos lo hacen porque lo sienten. Y desde el momento en que deciden sumarse a la institución deben tener un sentido de responsabilidad y compromiso. Acá, se resigna tiempo con la familia, el trabajo y las obligaciones primordiales. Hubo integrantes de la comisión que pidieron vacaciones para poder dedicarle una semana plena a la organización del evento. Y cada uno, en la medida de sus posibilidades, se fue acercando en sus ratos libres. En mi caso, pasaron 20 días sin que pudiera sentarme a tomar un mate con mi padre, que en enero ya cumplirá 85 años.

-Hay gente que cuestiona acaso desde un vértice muy egoísta. ¿Cuál es la respuesta para eso?
-Creo que, primero, los que cuestionan deberían tener el sentido de compromiso de participación en instituciones intermedias. En mi juventud, yo tenía una mirada muy distinta y mi madre intercedía en las discusiones con mi padre. Claro, él es muy defensor de las instituciones intermedias y las considera el motor de una comunidad. Y con el transcurso del tiempo entendí la postura. Quizás tomo recaudos que él no tomaba, pero lo hago por su experiencia vivida. Y seguro el día de mañana, si mis hijos tienen la intención de participar en alguna institución intermedia, verán lo que yo hice mal para que se pueda mejorar. Pero no desde el trabajo de la institución, sino desde la familia.

-¿Y entonces?
-Cuando hacen algún tipo de comentario, seguro lo hacen desde el desconocimiento. Lo que yo haría sería invitar a esa gente a que participe en distintas instituciones intermedias, no sólo en la Fiesta del Gaucho.

-Llegaste a decir varias veces que “hubo muchísimos actores que pusieron lo mejor de sí y, de no haber sucedido eso, la Fiesta no se hubiera podido llevar a cabo”. O sea que notaste a la comunidad comprometida para apoyar los cambios…
-Bueno, en uno de los planteos previos dijimos “vamos a refundar la Fiesta”. Porque yo digo que las comisiones que pasaron anteriormente tuvieron acciones buenas y malas. Y a veces eso fue producto de la misma situación. Entonces, el hecho de que la Fiesta haya llegado a la 46ª edición con desarrollo en su propio predio es producto de la historia… En definitiva, todos trabajaron con una libertad impresionante. Todo fue muy bien acomodado. Y a veces las cabezas tienen que ser visibles, para bien o para mal, para que el resto se trate de contagiar.

-¿Cómo cerrarías esta entrevista?
-Para mí lo más importante fue el desafío que se encaró desde la institución y que el mensaje llegó a ser entendido por la comunidad. Hubo acompañamiento de todos. Porque estar en tu propia casa es lo mejor que le puede pasar a cualquier ser humano e institución intermedia.