Hace tiempo que "entre ceja y ceja" lo tenía Don Marcelino Otero y Fontana, el pulpero de "San Mateo". Si bien con él no tuvo mayores disgustos, su presencia en el boliche "se hacía notar...". Con 45 años de edad y a pesar de estar casado y con hijo, su ficha de antecedentes seguía creciendo: "el 9 de enero de 1893 fue procesado por desorden; el 25 de julio de 1895, también por el mismo motivo; el 18 de noviembre de 1896, fue encontrado culpable del delito de lesiones; el 4 de julio de 1897, responsable de un hurto; el 13 de junio de 1904, procesado por averiguaciones...". Y todos hechos ocurridos solamente en el Tuyú...

Tenía por costumbre "mamarse", insultar a todo el mundo y de "yapa" irse sin pagar... mencionaba el pulpero. Su nombre era Patricio A., y tenía su domicilio en el Cuartel 3° del Tuyú.

Y una vez más estaba presente en la pulpería acodado al mostrador con una copa de vino; sus compañeros de aquel día eran, un tal Javier Díaz y un inglés, llamado Enrique Barclay.

Siendo ya las 16,30 horas, Patricio le pide al pulpero que le cambie la copa, pero éste le dice que la tomara o si no, la tirara..., a lo cual el cliente agarró la copa y tiró su contenido, pero junto con ella...  rompiéndose contra el suelo. El inglés, sabiendo la que se venía, en ese momento se retiró al patio.

"Ahora la va a tener que pagar!", le exigió el pulpero, pero Patricio haciendo gala de su conocida fama... lo insulta, queriéndose retirar también hasta la cancha de bochas, pero desde atrás es perseguido por Otero, exigiéndole que no solamente que le pague sino también se retire del lugar.

Sin hacerle caso Patricio lo sigue insultando, pero el pulpero se hizo del palo de medir, y viendo el ademán de pegarle, el primero, lo atropella y le exclama: "yo te voy a enseñar!!!", y saca su cuchillo, pero el palo llegó primero, y al suelo ambos fueron a parar, el uno por el golpazo, y el otro por el envión en el garrotazo que le tiró. Ni cuchillo ni palo hicieron más falta, ya que tanto Barclay como Díaz, sosegaron los ánimos, y ayudaron a pararse a Patricio, quien de espaldas y con los brazos abiertos había quedado en el piso.

Como eran los usos de entonces, con aguardiente, le "suturaron" los cinco centímetros del tajo en la cabeza que le quedó a Patricio. Y ambos presos quedaron. El pulpero fue el que primero logró su libertad, por cuanto su amigo y padrino fiador personal, Don Julio Rescach, así lo solicitó.

No obstante el Sr. Comisario continuó las actuaciones contra ambos, y elevó su informe al Sr. Juez de Paz, a los pocos días.

Ante la imposibilidad de intervenir en la causa por el Síndico Fiscal "por la distancia  á que se encuentra", es reemplazado su dictamen por el del Sr. Asesor de Menores, Fermin Moisa, quien manifiesta: "En cuanto al heridor, ...qué á mi juicio ha procedido por fuerza irresistible y por consecuencia de tratado de evitar un daño mayor que le hubiera ocasionado, sin duda alguna, al no haber procedido en la forma que lo hizo, porque hay que tener en cuenta los antecedentes personales de uno y otro contrincante...".  "En cuanto á Patricio A., según sus propias declaraciones, corroborada por la de su contrincante y testigos presenciales, ha obrado en completo estado de beodez..."; "considero pues, que el heridor está exento de pena...", "debe por consiguiente sobreseerse esta causa".

Casimiro Montes, Juez de Paz, en todo de acuerdo con lo dictaminado por Moisa, así lo resuelve.

Las copas y el vino no eran elementos para andar despreciando en el antiguo Tuyú... aunque la vara de medir... no era justamente una sutil herramienta...!