06/09/2015 -
Leyenda de Juancho Viejo




Los orígenes de esta estancia se remontan a la época virreinal, en razón de cartas geográficas y relatos de exploradores y religiosos que recorrieron la zona. Una de las primeras referencias a la explotación agrícola-ganadera de esta zona data del año 1826, donde se mencionan los Montes Grandes pertenecientes a un señor Lastra. Años más tarde, Don Juan Manuel de Rosas adjudica treinta y tres leguas de campo a su lugarteniente, el General Civil Don Félix de Álzaga (hijo de Don Martín de Álzaga, héroe de la Reconquista que fuera fusilado en Plaza de Mayo en 1812), quien manda a construir el casco mencionado, después de la campaña. Esta antigua Estancia ha participado de la Historia Nacional y es parte de la historia lugareña con sus leyendas y tradiciones. En sus orígenes, el actual "Juancho Viejo" se denominaba: "Los Montes Grandes", ésta era tierra de gauchos, guitarreros de fama como el "Santos Vega", perseguidos por "la partida" corno Melitón Fierro. Concluida la Campaña del Desierto, el entonces Restaurador de las Leyes mandó a organizar guarniciones de campaña para defensa de los pobladores de tierras conquistadas al indio. La más próxima de "Juancho Viejo" era la de Monsalvo. Otra de las razones de la existencia de estas guarniciones era que todos necesitaban abastecerse de caballos, lo cual se lograba a expensas de los pobladores con el fin de mantener pacificados a los infieles. Se cuenta, y aquí se origina el nombre de "Juancho", que poco antes de la rebelión de los Libres del Sur, se había empleado como peón en "Los Montes Grandes" a un esclavo liberto negro, conocido con el nombre de Juancho. Este negro no solamente llamará la atención por su tez y sus facciones netamente africanas, sino que se destacó por un acto de lealtad a sus patrones; a poco de conchabarse estaba el negro Juancho cumpliendo sus tareas en el paraje de Monsalvo cuando al pasar por la Pulpería, que existía cerca de la guarnición, se enteró de la inminente partida de un escuadrón con órdenes de requisar caballos en Los Montes Grandes, para los consabidos tratos de Rosas con los indios. Adelantándose Juancho, puso sobre aviso a sus superiores, quienes pudieron poner a salvo de esta expropiación a los mejores equinos del establecimiento. Con el correr del tiempo, el negro Juancho se dio a la bebida y se volvió camorrero y cuchillero. Contaba el establecimiento con más de trescientos hombres, algunos con familias que vivían en ranchos cerca de la laguna. Se cuenta que el negro Juancho murió acuchillado y que su cuerpo desapareció en la laguna de referencia. De ahí empezó a llamarse: “Laguna de Juancho”, a fuerza de repetición. Esta denominación suplantó a la de Montes Grandes. De “Laguna de Juancho” a “Juancho Viejo” es un simple y lógico proceso de abreviación. Cuenta la leyenda que “Juancho Viejo” sirvió de refugio a oficiales y a otros comprometidos que se salvaron del desastre de Castelli en la Batalla de Chascomús. El cercano “Cementerio de los Indios” o potrero “Las Sepulturas” también es parte del folclore de esta estancia. Contaban los viejos de la zona, entre ellos don Antonio Tolosa, que aquí acampó Calfucurá con dos centenares de lanzas batiéndose en retirada de su última correría, que lo llevó hasta Quilmes. Pernoctaron solamente, pero algunos indios ya habían contraído tifus y contagiaron a algunos peones. Hubo sesenta víctimas de esta plaga, que fueron enterrados en fosa común al final del monte del casco, donde hace un recodo la laguna. Este es el “Cementerio de los Indios” que existe hoy en día, aunque no es tierra santa. Es paraje poco frecuentado y los lugareños aseguran que en las largas noches de invierno han visto la “Luz Mala”, despedida por la fosforescencia de huesos cristianos e indios. Publicado por este medio en el año 1993.

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27/03/2024 EDICIÓN 9997