La solidaridad y el compromiso comunitario se hicieron presentes en Madariaga con la concreción de un proyecto que cambiará vidas: la inauguración de una nueva sala de quimioterapia en el Hospital Municipal. Impulsada por el madariaguense Claudio Montaldo, integrante de la fundación 'Dónde quiero estar', esta iniciativa contó con el aporte de empresas, vecinos y particulares, demostrando el poder de la unión en pos de un objetivo común, recaudando más de 150 millones de pesos para su construcción.
En una entrevista exclusiva con EL MENSAJERO, Claudio Montaldo reflexionó sobre el camino recorrido, los desafíos y las expectativas ante la inauguración de este espacio que promete un antes y un después para quienes enfrentan tratamientos oncológicos.
—Claudio, finalmente la inauguración está cerca. ¿Qué significa para vos este logro?
—La sala se inaugurará el sábado 14 de diciembre a las 18:30, y será un momento muy especial para todos los que colaboraron. Fue un sueño que se hizo realidad gracias al esfuerzo de casi 130 personas y empresas que aportaron, desde grandes donaciones hasta gestos mínimos, pero igual de significativos. Creo que esto demuestra que, cuando una comunidad se une por un objetivo común, no hay límites.
—¿Qué representa para la comunidad tener una sala de quimioterapia?
—Es un avance enorme. Esta sala permitirá que los pacientes puedan realizar sus tratamientos cerca de sus hogares, lo que mejora mucho su calidad de vida. La quimioterapia puede ser muy difícil físicamente, y poder estar en tu casa después del tratamiento marca una gran diferencia. Además, la sala no solo tiene una infraestructura moderna, sino que está acompañada por la fundación 'Dónde quiero estar', que aporta el corazón y el alma al proyecto.
—¿Cómo está equipada la sala?
—Contará con 13 sillones de quimioterapia. La esperanza es que siempre sobren, porque eso significará que menos personas necesitan tratamiento, pero sabemos que esta obra cubrirá una necesidad muy grande. Además, contamos con el doctor Damián Tavares, un oncólogo que se mudó a la zona para atender en Madariaga, Pinamar y localidades vecinas. Su trabajo es admirable, tanto profesional como humanamente.
—¿Qué desafíos enfrentaron para llevar adelante esta obra?
—El desafío más grande fue coordinar a tantas personas y recursos. La Municipalidad, la Cooperadora del Hospital, empresas como Constructora del Mar de la familia Marzullo, y muchísimas personas más se sumaron al esfuerzo. Iniciamos el 5 de abril y en ocho meses logramos terminar la sala. El apoyo fue increíble; cada vez que pedimos colaboración, la respuesta siempre fue positiva.
—¿Qué mensaje dejarías a la comunidad tras este logro?
—Que sepan que juntos podemos lograr cosas increíbles. Como decía Martín Luther King, 'no me preocupa tanto el grito de los malos, sino el silencio de los buenos'. Es tiempo de que las cosas buenas también sean contagiosas y que todos pongamos nuestras capacidades al servicio de la comunidad.
—¿Ya tenés en mente un nuevo proyecto?
—Primero quiero disfrutar de este logro y que la sala comience a funcionar, pero creo que esto puede inspirar a otros a emprender proyectos similares. Es un trabajo que lleva tiempo, esfuerzo y dedicación, pero al final, vale la pena.