Pinamar (por Sergio Michnowicz).- De afuera, la casona está tapada por vegetación. En sus
tiempos de gloria, la Casa La Salle (o Lasalle, todo junto) era una de las viviendas más
pintorescas del barrio llena de vida y bullicio cuando la visitaban alumnos, docentes e
incluso los hermanos de la orden lasallana de todo el país.
En las redes sociales uno lee que “...no era lúgubre ni raro ni nada de todo eso...”, “no era
una iglesia, tenía una habitación donde orábamos si así nos apetecía”. “...era un lugar lleno
de vida...”, “viajaban allí todos los años al no llevarse materias como incentivo para
esmerarse en lo académico”, “era una residencia de descanso...y era hermosa.”
Recuerdos de quienes pasaron alguna vez por esa casa, ubicada en Argos y Del Jilguero.
Hasta el 2002, cuando sus propietarios decidieron venderla.
Preocupación vecinal
“El lugar está abandonado desde hace muchísimos años. Y los vecinos están preocupados
los vecinos” cuenta el concejal Fernando Ávila (UCR-Juntos). “Los concejales de la
Comisión de Planeamiento nos acercamos a ese lugar para ver en situ lo que estaba
pasando, y vimos un edificio abandonado, que no tiene puertas, no tiene ventanas, es un
peligro. Vimos que también hay un cartel de venta, que la inmobiliaria de Pinamar lo está
promocionando. Por ende, fuimos a la inmobiliaria a ver quién es el titular, porque esto está
a nombre de una sociedad.”
El edil aclaró que “no es que esté abandonado y no es de nadie. Este edificio fue vendido
hace 15 años. Lo compra una sociedad que hoy es responsable, a la cual ya estamos
intimando para que la primera intervención tendría que ser de ellos, porque cuando uno es
propietario tiene los derechos de ser propietario, pero también las obligaciones para la
propiedad y para la comunidad.”
“También quiero transmitir tranquilidad, porque no había nadie en el lugar. En un momento
hubo una persona con una carpa que estaba ahí y que inmediatamente se fue. Seguridad
hace el rondín por el lugar. Fue solo una noche inclusive. Pero sí es un potencial riesgo para
que alguien se meta. La verdad que esto es un peligro para todo el barrio. Genera mucha
preocupación, pero la municipalidad ya se está ocupando, para que los dueños se ocupen
del lugar. Y si no es así, el municipio tiene las herramientas como para intervenir.”
- ¿Qué era lo que funcionaba ahí?
- Era del Colegio Lasalle. Era un convento también, en una época lo tenía la iglesia.
Después pasó a manos de privados, que lo compraron como inversión. Es un terreno
muy grande, de 6.048 m2 para ser precisos. Y la verdad que estaría bueno que se genere algo que le haga bien al lugar. Es un barrio muy lindo, con casas viejas, nuevas, y mucha gente también ya está viviendo hoy en esa zona.
- Es un lugar también histórico…
- Sí, y que lamentablemente está muy deteriorado. Se ha roto el techo y se ve el cielo
desde adentro. No está en condiciones. Habría que ver algún informe técnico.
Nostalgia pura
La familia Salvo fue la primera que habitó la casa en forma permanente. Vinieron de Bs.As.
contratados para que sean los caseros, allá por los años ’60. Con el tiempo terminaron
afincándose en Pinamar para siempre.
Cuenta Horacio Salvo “vinimos en 1965 con mi papá Horacio, que era chofer del Colegio
Marín del cual pertenecía la colonia. Era el casero. Y Pinamar terminaba en este punto.
Cuando se nombraba Lasalle era como el infinito. Solo había una casa en la zona, que se
estaba construyendo y era la de Víctor Magariños (artista plástico). Hoy es un museo.”
“Estuvimos hasta 1977. Mi mamá María Esther Rodríguez era la cocinera de los curas en el
verano, mi hermana María Alicia (la otra se llamaba María Susana) y yo la ayudábamos
porque era entre 40 y 50 personas. Y con los años no sé lo que sucedió… Este predio tenía
dos hectáreas, después fue reducido en parcelas, y quedó este espacio. Creo que una
empresa cordobesa la compró.”
Hace un alto y observa detenidamente la casona. “Me da mucha tristeza ver esto. Nuestra
casa era la que está bajando al costado, en la entrada. Y en invierno no quedaba nadie. Por
ahí venía alguna congregación de los hermanos Lasalle, los que están en la calle Riobamba
en Bs.As. Pero esto pertenecía al Colegio Marín de San Isidro; ellos manejaban todo el
dinero, el sueldo de mi viejo, el mantenimiento. Han venido diferentes congregaciones de
curas, generalmente de Córdoba, y a veces contingentes de monjas. Después del 77 hubo
otros encargados.”
“Cuando llegué tenía 8 años, y vivir acá… No teníamos la tecnología que hay hoy. No
teníamos televisión, había un solo teléfono porque recién se creaba Telpin, y el número 305
era el nuestro. Y la verdad, se vivía mejor que hoy (risas). Teníamos lo elemental, se
pescaba, estábamos solos, quedaba todo abierto… una época diferente.”
- ¿Cómo era el trato con la gente que visitaba la casona?
- Por ahí venían contingentes de hermanos con alumnos, pero no era un lugar de
vacacionar familias. El trato era muy bueno, nos reíamos mucho, en verano había
misa todas las tardes, y venían los vecinos que estaban instalados en la zona.
Al mirar hacia la planta alta, recuerda. “Ese lugar era utilizado para meditación o
entretenimiento. Yo jugada a las cartas con los curas que venían, pero todos disfrutaban de
la playa. A la gran mayoría le gustaba pescar. Llegaba el verano y éramos felices porque
era todo un gran movimiento, fuera de lo común de lo que era Pinamar. Y apartado de todo.
Lo único que había era una cabañita allá abajo, pero no había calles. Decir Lasalle era como
estar apartado de todo el mundo.”
“Muchos vecinos que hicieron sus casas por acá lo llamaban a mi papá al teléfono fijo para
decirle Horacio, fíjese mi casa que me olvidé la llave puesta… Y hacía 10 días que no había
nadie.”
- El oratorio está destruido. ¿Cómo era?
- Era una capilla, y desapareció todo. Tantos años solo y el vandalismo… es una
lástima porque la estructura todavía se mantiene. Y es un riesgo porque puede
meterse gente, es complicado después sacarla.
“La construcción fue de primera, toda. Y creo que la construyó un tal Erbes, que estaba en
Espartillo y Argos, pero la mano de obra fue toda de Pinamar y en su mayoría italianos. Lo
que ellos trajeron fueron los materiales, porque los corralones no estaban; ITAR no existía.
Supongo que lo trajeron de Mar del Plata o la zona. Imaginate, las entradas eran de mármol
y siguen, las estufas eran de piedra; fue hecha con lo mejor. Y supongo que el Colegio
Marín lo podía hacer.”
- A la distancia y ver cómo está todo, ¿qué te provoca?
- Me emociona. Porque acá pasé mi niñez, fui tan feliz con mi familia, y verlo así me
conmueve. La vida es así, las cosas pasan, lástima que esto se descuidó. Nunca supe
qué pasó, por qué no vinieron más los curas. Supongo que vendieron, porque en los
terrenos hoy hay casas nuevas. Y esto quedó ahí, 6000 m2.
“Me encantaría que una empresa pudiera reflotarlo; sería muy feliz. Le mandé todos a mi
hermana, que es mucho más grande que yo, y se largó a llorar. Porque ella pasó también su
juventud acá. Ojalá se pudiera reflotarlo, porque la estructura todavía se mantiene.”
05/06/2025