"¡ESTE NO SE ME ESCAPA...!":
El 30 de septiembre de 1852, la orden del Juez de Paz llegó y había que cumplirla.
Don Matías Ramos Mejía, a través de Lisandro Olazaval, le indicó al Teniente Alcalde del Cuartel 2º, Don Prudencio Nequilon, que le enviara cuanto antes el reemplazo del miliciano que por haber quedado "inútil pal servicio" había sido devuelto.
Inmediatamente para ello, el Teniente citó al miliciano Manuel Diaz, y enseguida nomás confeccionó el oficio con la contestación correspondiente, pero fué demasiado rápido...; Diaz ni apareció!!!, y desoyendo la orden de enrolamiento se fugó del Cuartel.
Masticando la bronca, el Teniente debe confeccionar otro informe distinto, expresándole al Sr. Juez: "Caballito, Octubre 3 de 1852. Al Señor Juez de Paz del Tuyú D. Matías R. Mejía. ... Este individuo á mas de desobedecer en la primera ayer por no cumplir á fugado del Cuartel dejándome con el oficio hecho por lo que he ordenado á los Tenientes Alcaldes que en el acto que aparesca sea aprehendido para remitirlo ante V. para que determine a el...".
Y para asegurarse en el cumplimiento de la orden que le fuera impartida, y que el reemplazo efectivamente llegue a destino, manda citar a otro gaucho...que iba a ser muy dificíl que se le escapara: "...Ahora mando en lugar de Diaz á Jacinto Carrizo también ausente pero este es vecino inmediato á esta casa." O sea que para asegurarlo, citó a su propio vecino!!! Este sí, que no se me escapa!!!, dijo Don Prudencio, y se puso a vigilar la llegada del vecino, que lejos de esperarlo con un mate lo hizo con la orden de enrolamiento en mano.
No muy distinta a la suerte de Carrizo, fue la de Diaz, ya que nueve años después, el 5 de mayo de 1861, el Jefe del Regimiento de Caballería Nº15 del Tuyú, Don Juan Malatesta, certifica en "Santo Domingo", que dicho sujeto "se haya con arreglo á las leyes vigentes, alistado en clase de soldado en la Compañía de Guardia Nacional pasiva de este Partido...".