Las estadísticas globales confirman esta tendencia: más del 70% de las empresas planean aumentar su inversión en marketing directo durante 2025. Y no es casualidad. A diferencia de las redes sociales, donde el algoritmo decide qué contenido se muestra y a quién, el correo electrónico garantiza alcance y control.
En plena era de la inteligencia artificial y los asistentes automatizados, el email sigue siendo el único espacio donde el usuario elige voluntariamente abrir un mensaje. No hay ruido, no hay desplazamiento infinito: solo un vínculo uno a uno entre marca y persona.
Las nuevas herramientas de email marketing aprovecharon ese escenario. Hoy, plataformas como Brevo o MailerLite permiten segmentar con precisión y programar envíos automáticos según el comportamiento del usuario. Sin embargo, estos servicios suelen tener planes gratuitos muy acotados o limitaciones diarias que afectan a las campañas más grandes.
Otras opciones, como Mailchimp, ofrecen gran capacidad de integración y análisis, pero su modelo de precios crece de forma exponencial a medida que se suman contactos. En cambio, Mailrelay se diferenció al ofrecer un plan gratuito generoso y sin límites diarios, además de soporte humano en varios idiomas, algo que pocas empresas mantienen.
Otro motivo de su crecimiento es la crisis de confianza en las redes sociales. Con la caída del alcance orgánico y el aumento de la publicidad paga, las marcas buscan alternativas más estables. El email es una de ellas: permite conservar una base de datos propia, segmentar sin depender de terceros y medir con transparencia cada resultado.
Las nuevas generaciones, lejos de ignorar el correo, lo utilizan cada vez más para suscribirse a contenidos, recibir descuentos exclusivos o acceder a newsletters temáticas. Esto refuerza el rol del email marketing como canal de pertenencia y fidelización.
El camino parece claro: automatización, personalización y contenido de valor. En los próximos años, el foco no estará en enviar más correos, sino en enviar los adecuados, en el momento justo y con el mensaje correcto.
El correo electrónico sobrevivió a todas las revoluciones digitales, y su fuerza radica precisamente en eso: es directo, humano y medible. En un mundo de notificaciones fugaces, el email sigue siendo una conversación que vale la pena abrir