(Por Ana Ernalz, especial para EL MENSAJERO).- Alguien muy especial, el último lechero, un hombre noble, memorioso e inteligente, al que llamábamos “Chaparrito”. Con esta historia quiero rendir un pequeño homenaje a todos los lecheros que pasaron por este pueblo.
“Chaparrito” dedicó toda su vida a éste oficio. Repartía leche en la mayoría de las casas y, además, era ordeñador. Se levantaba todos los días a las 5 de la mañana para ordeñar y luego salir a repartir. Aunque tuvo su propio tambo, trabajó muchos años con Chopita. Según él mismo contaba, en su juventud fue un poco “picaflor” y solía compartir anécdotas de cuando estaba en Buenos Aires, desfilando a caballo por la Avenida de Mayo y conociendo todos los “bulines”.
Cuando lo conocí, repartía la leche con un “charré”. Recuerdo su gorrita Jockey de lado, y su carácter algo cabrero. Mi papá también era lechero, y aunque a veces tenían algún problema porque “Chaparrito” le sacaba clientes, mi papá no le daba importancia.
Con el tiempo, ya no tuvo su “charré” y siguió repartiendo con un carrito y su bicicleta. A pesar de las dificultades, nunca dejó a sus clientes sin leche. Incluso en los días de lluvia, salía igual, cubriéndose con una bolsa de nailon. Cuando la edad ya no le permitió levantarse temprano para ordeñar, comenzó a sacar la leche del tambo de Chopita, pero continuó repartiendo. Con el paso de los años, tuvo que dejar el carrito y pasó a usar su bicicleta con los bidones en el canasto. Y cuando ya no pudo andar en bicicleta, caminaba empujándola, pero nunca abandonó su trabajo.
Vivía en una casita muy precaria que le prestaban. A pesar de su sencillez, era feliz con su soledad, su guitarra y su radio. Le encantaba contar historias de su pasado y de su llegada a Madariaga, aunque no era de acá; según recordaba, venía de Balcarce o Vidal.
Tenía una hija que siempre quiso ayudarlo y llevarlo a vivir con ella, pero él prefería mantenerse independiente hasta que ya no pudo cuidarse solo. Finalmente, su hija lo acogió en su casa, donde vivió hasta los 92 años. Hoy “Chaparrito” está en el cielo, junto a sus amigos lecheros, dejando un legado de esfuerzo, humildad y alegría.
Este es un homenaje a él y a todos los que formaron parte de la vida cotidiana de este pueblo.