En la escuela, lugar donde pasamos gran parte de nuestra vida, (casi 15 años como mínimo si sumamos el jardín, primaria y secundaria) aprendemos una infinidad de temas, pero ¿qué tan a menudo nos enseñan a preguntarnos por qué o cómo sabemos lo que sabemos, o siquiera si es cierto todo lo que nos plantean?…
Ahí es cuando entra en juego el “pensamiento crítico” o “mirada crítica” que muchos en la pedagogía mencionan, pero ¿qué significa esto en la práctica?
En mi caso, fue a través del Parlamento Juvenil del MERCOSUR que comencé a entender de a poco lo que significa ser un estudiante crítico. En 2019 con 16 años, una profesora me invitó a ser parte de este programa del que participé junto a compañeros y compañeras de la Secundaria Domingo F. Sarmiento (Ex Normal Nº 2), San José, Secundaria Nº4, Técnica Nº 1 y Argentino Luna Nº 5.
En ese momento de mi vida, creo que por primera vez, abrí los ojos y entendí la gran diversidad de contextos y desafíos que enfrenta cada estudiante desde diferentes lugares. Allí pudimos expresarnos libremente, pero con una característica que creo fundamental, hacer previamente un análisis de nuestras comunidades y luego compartir esas ideas, propuestas y reflexiones con un propósito común: ser escuchados e intentar construir una mejor sociedad para todos. Esta experiencia reflejó lo que significa el pensamiento crítico en la educación: cuestionar, reflexionar y actuar en función de mejorar nuestro entorno.
¿Qué significa ser crítico?
Para responder a la primera pregunta de este artículo, consulté con la popular Wikipedia. Según esta página web, “El pensamiento crítico es el proceso de dudar de las afirmaciones que en la vida cotidiana suelen aceptarse como verdaderas”.
Creo que esta definición es buena para ser el inicio de este breve análisis, dado que ser crítico conlleva mucho más que cuestionar por cuestionar; es examinar, meditar, valorar y actuar con responsabilidad. Esta habilidad podría servirnos no solo para reconocer injusticias y fallos en la sociedad, sino también para proponer opciones para su mejora, como hice junto a mis compañeros en Parlamento.
Miradas que nos ayudan a entender el pensamiento crítico
Para comprender aún más esta idea, creo que es útil buscar en pensadores de diferentes épocas, porque el concepto de “Pensamiento Crítico” no es algo reciente, sino un tema del que desde diferentes puntos se ha tratado.
Por ejemplo, podríamos hablar de uno de los filósofos más conocidos de la Antigua Grecia, como lo es Platón, un ateniense del siglo V a.c quien se preguntó por el conocimiento y el acceso a la verdad como vía emancipatoria de las personas.
En su conocida 'Alegoría de la Caverna”, Platón nos cuenta sobre un grupo de prisioneros que se encuentran en una cueva en la que solo ven sombras y nada del exterior, llegando incluso a creer que esa era la realidad efectiva.
Pero un día, uno de ellos logra liberarse y al dirigirse al exterior se enfrenta a una nueva verdad, llena de colores y formas que nunca había siquiera imaginado en la cueva. Con este “cuento”, Platón plantea que solo cuestionando nuestras creencias y explorando nuevas ideas podemos acercarnos a una comprensión más profunda y completa de la realidad.
¿Qué podría aportar esta alegoría en nuestro contexto educativo? Creo que esta historia nos ilustra la necesidad de enseñar a los estudiantes no solo a aprender, sino también a desaprender, a desafiar sus propias creencias.
Haciendo un gran salto en el tiempo, ya en el siglo XX, el filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey (1859-1952) desarrolló una visión de la educación como un proceso democrático y activo. En su obra Democracia y educación (1916), Dewey afirmó que “la educación no es preparación para la vida; es la vida misma”, destacando que el aprendizaje debía estar conectado con el entorno social de los estudiantes y fomentar su capacidad de juicio autónomo. En Cómo pensamos (1910), Dewey describe el pensamiento reflexivo como un proceso de análisis y cuestionamiento ante los problemas.
En la misma línea, el pedagogo brasileño Paulo Freire (1921-1997) defendía una forma de educar que fuera más que la simple reproducción de conocimientos. En obras como Pedagogía del Oprimido y Pedagogía de la Liberación, Freire plantea que la educación debe ser un espacio de diálogo donde el estudiante “lea el mundo” y reflexione junto con el docente sobre su entorno para cuestionarlo y transformarlo. Para Freire, la educación no consiste en “depositar” información en el estudiante, sino en fomentar un análisis crítico del mundo y preguntarnos el por qué de las cosas.
Ambas ideas de Dewey y Freire se relacionan bastante con mi experiencia vivida en el Parlamento juvenil del MERCOSUR, donde el aprendizaje fue real y directo, y no solo nos cuestionamos la realidad de nuestras comunidades, sino que cada estudiante compartió sus experiencias y juntos analizamos y propusimos ideas a problemas sociales reales.
Desafíos del sistema educativo actual
Si bien existen instancias que fomentan el pensamiento crítico y la apertura de nuevas preguntas o cuestionamientos, no puedo evitar pensar que el sistema educativo actual no siempre ofrece el espacio suficiente para que los estudiantes desarrollen esta capacidad de manera plena. En muchos casos, el enfoque está en memorizar contenidos, sin dar lugar al análisis profundo, al cuestionamiento o al debate. Esto deja a los estudiantes con ciertos conocimientos, sí, pero sin las herramientas para aplicarlos de manera crítica en la vida real.
¿Qué pasaría si en vez de enfocarnos en llenar exámenes con datos memorizados, nos dedicamos a analizar esos datos y su impacto en la vida diaria?
¿Qué tan diferente sería la educación si todos los estudiantes tuvieran la oportunidad de debatir, investigar e intentar crear en conjunto soluciones a problemáticas actuales?
¿Estamos dispuestos a cuestionar lo que creemos saber?
¿Cómo podríamos integrar el pensamiento crítico en todas las materias?
¿Está la comunidad educativa interesada para tener estos niveles de discusión?
Alejandro Jorge Loureiro, estudiante del 1º año del Profesorado de Ciencia Política del Instituto Superior de Formación Docente Nº 169