Este sábado 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos, una de las festividades más importantes del calendario católico. La fecha está dedicada a honrar la memoria de todos los santos y beatos, incluyendo tanto aquellos canonizados oficialmente por la Iglesia como los santos anónimos que, según la tradición cristiana, alcanzaron la santidad mediante sus obras y virtudes.

El origen de esta conmemoración se remonta al siglo VIII, cuando el Papa Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor a todos los santos durante su pontificado (731-741). Esta iniciativa permitió que todas las figuras santas recibieran veneración al menos una vez al año.

Posteriormente, en el año 835, el Papa Gregorio IV extendió la celebración a toda la Iglesia durante el reinado de Luis El Piadoso, emperador de Occidente y rey de los francos.

La elección del 1 de noviembre como fecha oficial responde a una estrategia de la Iglesia para reemplazar las festividades paganas de los pueblos germanos que coincidían con esta época del año. La celebración se sitúa entre Halloween (31 de octubre) y el Día de los Muertos (2 de noviembre), conformando una trilogía de fechas dedicadas a la memoria y el recuerdo.

A lo largo de los siglos, el Día de Todos los Santos se ha consolidado como una jornada para recordar a quienes son considerados ejemplos de vida cristiana, tanto los mártires como aquellos que destacaron por sus virtudes y obras en nombre de la fe.