La historia en el antiguo Tuyú ya era bien conocida, aportar hombres y caballos para las distintas campañas que ordenara el Superior Gobierno de Buenos Aires.

Esta vez, fechada el 25 de julio de 1861, llega al Juzgado, la siguiente orden: "Se adjunta á U. el número de la Revista Comercial de hoy, en la que se registra un acuerdo general, relativo á la expropiación de caballos para el servicio del Ejército. En consecuencia, proceda U. con arreglo á dcho. acuerdo á la expropiación de caballos en ése partido remitiéndolos á disposición del Jefe de E. M. del Ejército en Campaña...". Agrega además: "Se previene á U. que los ciudadanos D. Gregorio Diurno, y D. Juan Antonio Cascallares, están autorizados también para la expropiación."

En aquel entonces, la provincia de Buenos Aires, separada de la Confederación Argentina, se preparaba para lo que iba a suceder el 17 de septiembre próximo: la batalla de Pavón.

Pero algo ocurrió, para que el Gral. Juan Andrés Gelly y Obes, no conforme con lo remitido, se viera en la necesidad de insistir y aclarar, la orden del gobierno anteriormente impartida. Según parece, no se trataba del número de caballos que se expropiaban, sino más bien la calidad, lo que hizo dudar del "fiel cumplimiento de las instrucciones impartidas" por el veterano general.

En una segunda carta del 1° de agosto, y ya una tercera y última, del 8 del mismo mes, es más que claro y concreto en sus órdenes a los ejecutores del Juzgado y partida del Tuyú: "El Gobierno ha sido instruido de qe. en muchos Juzgados se expropian caballos flacos e inútiles para el servicio, los mismos qe. está dispuesto á no abonarlos, pues ha debido entenderse qe. expropiación es sólo de aquellos que reúnan las condiciones convenientes, lo qe. se le previene a U. para que proceda como corresponda."

Se mandaban flacos y se cobraban como gordos!, era la treta de algún atrevido del antiguo Tuyú que hizo enojar al general; aunque, de todos modos, su bando, el de la provincia de Buenos Aires, fue el vencedor en la batalla.