Ostende ©.- En el año 1908 llegaron a estas playas los belgas Fernando Robette y Agustín Poli, quienes le compran a Don Manuel las tierras con el objetivo de proyectar una sofisticada ciudad balnearia con el mismo modelo de aquella de origen belga cuyo nombre, Ostende, significa “Fin del Este”.

Ya afincado Don Fernando Robette comienza los trabajos para concretar sus proyectos. Se construye un muelle, el Hotel Termas; ese mismo año también se comienza la construcción de la Rambla Sur, la cual intentaba ser un extenso paseo costero.

Estos trabajos se hacían muy duros, ya que además de la inclemencia de los vientos, los materiales para las construcciones tenían que ser enviados desde Buenos Aires, siendo el vapor Cabo Corrientes uno de los medios utilizados para el transporte en esa oportunidad.

Por fin el 6 de Abril de 1913, se celebra la ceremonia de fundación de la nueva ciudad y se produce una importante campaña publicitaria para promocionar la venta de los lotes. Luego se construyen las casas de Fernando Robette, la Casa de Retiros Espirituales de los Monjes Carmelitas, la casa de una de las primeras familias en veranear en Ostende, denominada Villa Adela, y también una capilla cuyo dueño era el señor Domingo Repetto, la que años más tarde desaparecería por el abandono y las fuertes tormentas de arena.

No obstante, la 1º guerra mundial impidió que el gran proyecto continuara con el ritmo necesario y surgieron las grandes dificultades. Las fuertes sudestadas agregaron su cuota de desazón y las obras fueron abandonadas. Casi todo comenzó a ser tapado por la arena.

Hoy en día quedan como monumentos recordatorios del emprendimiento, la casa de Robette los menhires del único tramo construido de la Rambla Sur, la cual estuvo tapada por la arena durante más de 80 años, y el Hotel Termas, hoy denominado Viejo Hotel Ostende, en el cual se hospedaron celebridades como Saint Antoine de Exupery y Adolfo Bioy Casares.

Cuando Ostende cumplió 104, el periodista Sergio Michnowicz escribió una breves palabras llena de recuerdos.

“Muchas son las imágenes que me vienen a la memoria cada vez que llega el 6 de Abril. Y les voy a proponer algo. Cierren los ojos y escuchen estos recuerdos...

Como el de don Alberto Suarez Casas quien propuso la creación de una plaza para recordar a nuestros héroes de Malvinas. Fue el impulsor junto a un puñado de vecinos de la Comisión Pro Homenaje Permamente y soñaba con ese día en el que la plaza tendría un avión de combate, como saliendo de los médanos...

Hoy la plaza es orgullo de la ciudad y de Pinamar. Lugar obligado para rendir homenaje a quienes pisaron suelo malvinense.

También a Freddy Cicalesi, un rotario de Pinamar que vivía a pocas cuadras de acá. Fue el padrino del Club Nuevo Amanecer, aquella entidad que nació así chiquita y hoy es una de las entidades deportivas que anima los torneos de fútbol y donde busca expandir sus actividades sociales.

O la Escuela Primaria 2 "María Moscatelli" que nació por iniciativa de un vecino que donó las tierras con la condición que llevara el nombre de su maestra de la infancia.

No me olvido de las anteriores, la Primaria 3 "Bernardino Rivadavia" y el Jardín 904 "El suri". Y las más recientes como el Jardín 906 "Los Hijos del Sol", la Escuela Secundaria 2 "Sol del Este" y la Primaria 7 que comenzó a funcionar este año. Marca a las claras que Ostende sigue creciendo a pasos agigantados.

¡Qué decir de nuestros tanos queridos! De Bernardo Benini, quien luchó en forma incansable para que hoy este espacio de la Sociedad de Fomento sea una realidad. Podría decir que fui un privilegiado, no solo porque vi crecer desde los cimientos este lugar, donde Tito Arévalo -otro vecino que dejó su sello- puso este piso hecho con muchas donaciones. Sino porque con don Bernardo pudimos afianzar una amistad que no pasaba por la diferencia de edad sino por el buen vinito. Hacía un patero en la casa que cada vez que yo llegaba para una nota para la tele nos esperaba con una copita...Y después el tema era regresar sobrios al canal!!

O don José Vona, don Giuseppe, otro valuarte peninsular que nos divertía a todos con sus ocurrencias. Jugaba al truco, contaba cuentos y si había que poner el hombro para conseguir algo para el barrio o la sociedad de fomento ahí estaba. Como don Bernardo, ambos habían peleado por Italia en la segunda guerra, y las historias de aquellos tiempos en las comidas especiales de los miércoles eran casi obligatorios. Todos escuchábamos en silencio, mientras los viejos relataban aquellas duras experiencias...

Recuerdo también las grandes fiestas folklóricas que se hacían en este mismo lugar, en un escenario levantado afuera porque todavía no estaba este techo. A Don Bernardo le gustaba mucho lo nuestro si hasta se animaba a bailar una zamba, una cueca, una chacarera...

Y si de gallegos se trata, don Antonio Fernández Costa fue otro personaje de esta comunidad que nos dejó en enero pasado. Fotógrafo de profesión, supo retratar la vida de Pinamar durante décadas. Y hasta se animó a recuperar un pequeño espacio, la Plazoleta Galicia ubicada sobre la calle Alberti, donde dejó también su impronta.

No me olvido de don Roberto Festa, el historiador que tuvo la localidad. Un investigador de las cosas nuestras, que buscó y buscó, recreó todo en su libro Al fin del Este, obra que debería ser leída en todas las escuelas de Pinamar para conocer un poco más sobre lo nuestro.

También recuerdo, acá cerquita nomas, las sensaciones que dejaban los motores de las carreras de rally y safari que llenaban de emoción los médanos, hoy cubiertos de casitas de trabajadores.

Lo recuerdo a mi hermano también, que se fue hace 10 años pero que hace muchos años atrás cuando fuimos chicos nos escapábamos por la playa hasta esas torres inexplicables que salían de los médanos.

Con los años vimos los pinamarenses que ahi abajo había una rambla, que fue una de las primera construcciones centenarias de Ostende. Para el aniversario 80, allá por 1993, hubo fiesta, visitas especiales, descubrimiento de esa rambla a la vista de todos. Hoy, a más de