Esta joven de 32 años posee raíces familiares en nuestra localidad –su padre es Ramón “Monchi” Veyra y su mamá Milena Romera-, y en un reciente paso por Madariaga, El Mensajero dialogó con ella para conocer más sobre su actividad.  Vale mencionar, que recientemente Agustina volcó toda su simpatía, buena onda y depurada técnica de baile en los carnavales de Maipú, acompañando a la comparsa «Golondrinas».

Consultada, comentó que “luego de pasar mi infancia acá, me fui a vivir a Mar del Plata con mi madre; el gusto por la danza lo había tenido siempre y cuando pude, alrededor de los 20 años, comencé a tomar clases, ya que siempre tuve esas ganas de aprender…y cuando empecé lo hice con todo a la vez: salsa, ritmos latinos, danza clásica y contemporánea…todo al mismo tiempo”.

“A los 22 me trasladé a Capital Federal, porque allí hay más variedad de escuelas y más posibilidad de trabajo durante todo el año…Ni bien llegué a empecé a bailar en un restaurant cubano en Microcentro, junto a una compañía de músicos y bailarines cubanos llamada «Cuba mía». También, posteriormente, comencé a realizar shows sociales, en fiestas de 15, cumpleaños, etc.”

“Estando en Capital durante 4 años trabajé en distintos lugares. En un momento hice un casting para el circo Servian…y tras quedar entré a trabajar como bailarina, hicimos temporada en Mar del Plata y la verdad fue una experiencia que me gustó muchísimo. En un momento, estuvo como Director artístico Flavio Mendoza.

-¿Y cómo fue que llegaste a Japón?

- Empezamos a hacer giras, y mientras estábamos en Neuquén surgió la posibilidad de que buscaban gente para el circo Top Circus, de Japón…pedían que artistas latinos enviaran videos con lo que hacían… Y bueno, así fue que quedé seleccionada y tuve la posibilidad de viajar y trabajar allá.

- ¿En qué año fue eso?

- Estuve en 2012 por primera vez y me quedé un año, recorriendo distintas ciudades del país con el circo, alrededor de 2 meses en cada lugar. Luego de eso volví a Argentina, seguí trabajando durante un año y comencé a competir en ritmos latinos, viajé a Miami…y empecé a trabajar en una compañía en Mar del Plata. Pensé que me quedaba en Argentina…

-¿Y entonces?

- Me surgió la posibilidad de ir nuevamente a Japón, pero esta vez a una escuela de Danza como profesora y bailarina. Me fui a la localidad de Fukuoka, a quien Juan Luis Guerra le dedicó una canción porque se quedó enamorado de ese lugar (“Bachata en Fukuoka”).  Allí permanecí hasta 2015…regresé a la Argentina, y al mes nuevamente regresé a Japón para estar una temporada más en el circo.

Y ahora vuelvo el jueves, para trabajar otra vez en la escuela de Fukuoka, donde doy clases de danzas, principalmente de salsa. Es una escuela que también ofrece capacitación en flamenco, tango y danza árabe.

-¿Qué balance hacés de esta experiencia?

- Lo más preciado para mí es la interacción con otras culturas, no solo de Japón, conocer personas de otros países, aprender un poquito de cada idioma, de cada comida. Tuve la suerte de tratar con muchos bailarines, músicos, acróbatas….Japón es la conexión de todo, pero el vínculo es con muchas personas, incluso muchos argentinos que trabajan allá.

-¿Qué destacarías como lo positivo y lo negativo de su cultura?

- Me llama la atención la seguridad y la limpieza de su sociedad; además los japoneses son personas muy atentas y muy respetuosas. De acá extraño la familia, y el hecho de juntarse habitualmente con la gente, esa calidez típica nuestra.

Entre lo más complicado de allá mencionaría el idioma, si bien manejo algunas expresiones, a veces cuesta comunicarse…porque para que te comprendan de entrada la palabra la tenés que decir perfecta, la fonética no es fácil….aunque ellos ponen toda la voluntad para que nos entendamos.

-¿Y las comidas?

- Me gusta el sushi…acá nunca lo había comido, de hecho no me gustaba el pescado. Pero lo probé allá, y la verdad me encantó.

- ¿Qué es la danza para vos?

- En lo personal la danza es mi vida….cambió mi vida, siento que me fue eligiendo. Yo estudié maestra jardinera, trabajaba en un Jardín y hacía danza como un hobby; sin embargo las  posibilidades se me dieron solas. Lo que yo siempre digo cuando conozco a padres que llevan a sus hijos chiquitos a danza…es que traten de apoyarlos, que también puede ser una salida laboral. Uno nunca sabe dónde se puede llegar.

-¿Algo más para agregar?

- Solo agradecer a toda la gente de acá; porque en esta actividad siempre tuve un muy buen apoyo de mi familia y de mis amigos.