Nahuel es un joven pinamarense, doctor en Biologia Molecular e investigador del CONICET, y trabaja actualmente como docente en la UNLP.
Nahuel (41), hijo de Marta Cornide, y del recordado y apreciado Alberto “Bubi” Ramella, en esta nota cuenta a EL MENSAJERO, entre otras cosas, su importante experiencia cómo científico, a la que vez que reflexiona sobre otros temas, en tiempos de cuarentena.
“La primaria y secundaria las hice en Pinamar, mayormente en el Colegio San Antonio. Luego estudié Licenciatura en Ciencias Biológicas con orientación en biología molecular, en la Universidad Nacional de Mar del Plata”.
-¿Cuándo ingresaste al CONICET?
En el 2008, cuando obtuve una beca para realizar el doctorado en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata “Profesor Doctor Rodolfo R. Brenner” (INIBIOLP), dependiente del CONICET y la UNLP, con sede en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP donde también soy docente. En el 2012, como parte del doctorado y con una beca de la Fundación Bunge y Born, realicé una estancia de trabajo en el Instituto Max Planck de Biofísica en Göttigen (Alemania). De vuelta en el país finalicé mi doctorado, y en el 2013 comencé con el post-doctorado. En el 2015 quedé seleccionado para ingresar a la carrera de Investigador Científico del CONICET y continúo trabajando en el INIBIOLP.
-¿Sobre qué temas estás investigando?
Formo parte de un grupo de trabajo que estudia la apolipoproteína A1 humana, una proteína que cumple con una tarea muy noble que es retirar el exceso de colesterol de las membranas celulares. Pero esta proteína tiene un lado oscuro, cuando sufre ciertas modificaciones puede dar origen a dos patologías: desarrollo de aterosclerosis y, una menos conocida y más rara, amiloidosis. Particularmente, nos enfocamos en estudiar los mecanismos que causan ese cambio de “actitud” en la proteína usando técnicas de biofísica, biología molecular y biología celular. También estamos intentando desarrollar un método de diagnóstico para amiloidosis por apolipoproteína A1, una enfermedad que en la mayoría de los casos no es diagnosticada a tiempo.
-¿Qué pensás del coronavirus?
Sin duda estamos viviendo días atípicos y surgen muchos puntos importantes para reflexionar. El coronavirus tiene la particularidad de tener una alta tasa de contagio, un período de incubación prolongado y una mayor tasa de mortalidad que el virus de la gripe. Sumado que es un virus relativamente nuevo para los humanos y no hay inmunidad en la población, como especie nos ha puesto en una situación crítica. Por un lado, hay que preguntarse cómo esta clase de virus típico de murciélagos llega a los humanos. Ahí hay un llamado de atención muy fuerte a la constante invasión y destrucción de ecosistemas, y al tráfico y comercialización de especies exóticas. Se sabe que coronavirus pueden experimentar recombinación genética, con lo cual cambian y pueden saltar de especie en especie muy rápidamente. Lejos de cualquier teoría conspirativa, los científicos ya habían advertido que una situación como la actual podía pasar. Es fundamental tener controles adecuados y cuidar los recursos naturales.
Me parece importante mencionar con la celeridad y criterio con que ha respondido el gobierno ante esta pandemia. Se evitó una situación catastrófica y se ganó tiempo para preparar al sistema de Salud y al sistema de diagnostico, capacitando a los recursos humanos e invirtiendo en equipos. Hay un hecho que creo que es muy destacable: el estado argentino depositó su confianza en los trabajadores de la Salud y en sus científicos. Y eso me parece buenísimo, que un país pueda confiar y pedir resultados y soluciones a los recursos que forma. El test de bajo costo y diagnostico rápido (NEOKIT-Covid-19) desarrollado por investigadores del Instituto Milstein tiene que verse como un hito del cual tenemos que estar orgullosos. Y otro punto importante es el aspecto social, que en realidad son varios. Mucha gente vive una situación dramática porque necesita salir a trabajar todos los días para poder comer. El estado puede ayudar pero esa ayuda no siempre llega a todos los rincones donde se la requiere. El comercio y la industria sufren. Aún así, la gente ha respetado su parte. Supongo que en la medida que sea posible irán flexibilizando el confinamiento y eso va a traer un respiro a las economías regionales. Es esperable que los casos aumenten, pero se ha ganado tiempo para enfrentar la situación y evitar que se desborde. Nos vimos forzados a cambiar muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, cuando todo esto pase, algunos de esos cambios van a quedar porque han contribuido a facilitarnos el día a día.
-¿Qué recuerdos tenés de Pinamar?
Un montón. Me acuerdo que cuando era chico disfrutaba de la ciudad con mucha libertad. Crecer andando en bicicleta y explorando calles, bosques y la playa fue realmente muy bueno. Un poco más de grande, recuerdo las juntadas de fin de semana con mis amigos, algunos fogones, caminar de madrugada por las calles vacías. Si bien hace mucho que no vivo en Pinamar de manera permanente, tengo familia y muchos amigos a los que voy a visitar con frecuencia. Es un lugar al que vuelvo todo el tiempo.
-¿Querés agregar algo más?
Quiero enfatizar la importancia de tener una Universidad pública y gratuita. Soy un agradecido de haber tenido la libertad de estudiar lo que me gustaba. Eso se lo debo, por un lado al esfuerzo de mi papá y mi mamá, dos trabajadores incansables, y por otro lado a que existe una universidad que siempre tiene las puertas abiertas.